lunes, 10 de diciembre de 2007

Un Poema

La verdad no soy poeta, este es u género literario en el cual no estoy bien entrenado, pero hay ocasiones en la que llego a inspirarme un poco, así que aquí quiero compartir una humilde incursión en este género.


Cuando la rabia mancille la tierra amada
¿Permanecerás en pie?
No tiemble el corazón ni desfallezca el ánimo.
No es aquella rabia que sólo será contenida
por el amado de las naciones,
será una rabia antigua
que maldice al hijo y mata al hermano.
No busques su final,
la marca divina detiene su muerte por mano humana,
sólo el altísimo frenará su ira.

Llegó el momento que preparó el Espíritu.
Crujen las almas sangrientas,
crujen de dolor, hambre y sed.
Escupen maldición
¿les darías bendición?
Pide fuerzas
más no para salir victorioso,
sino para llevar la luz de la salvación.
Quizás debas entregar tu vida,
no escatimes dar esta ofrenda.

Viene la noche
las sombras caen sobre la sangre
Absorven la vida como si buscasen redención.
Piensan que Dios los odia y lo maldicen,
ignoran que para ellos proveyó salvación.
Mensajero de paz ¿callarás la bella esperanza?

Qué no engañen os ojos
sólo corresponde el juicio a aquel que es eterno.
Aguarda con paciencia el cumplimento de la promesa,
vendrá y no tardar´
el fruto a tiempo es hermoso,
no es de todos el privilegio de erguirse ante la tormenta
y ser golpeado por el rayo.

Heraldo que ansías la luz con valiente ardor
¿contemplarás el nuevo día?
¿Te anegarán las aguas?
¿Te quemará el fuego?
¿Arderá la llama en ti?
¿Pagarás el tributo de ser siervo del Omnipotente?

Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová,
más esta vez tu espada no habrá de llevar sangre.

martes, 27 de noviembre de 2007

Sueños

Una de las cosas que han fascinado a las personas (tanto sabios como no sabios) han sido los sueños. No importa la raza, color, edad y nacionalidad, los sueños siempre han ocupado una parte importante en la vida de los hombres.
Hay personas que recuerdan sus sueños y hay otras que no recuerdan nada de lo que soñaron o si lo hace es muy poco lo que podrían contar. Yo pertenezco a esos últimos.
Muy rara vez alcanzo a recordar con exactitud que fue lo que sueño cada noche, aun con todo esto en mi contra, existen algunos sueños que por alguna razón los recuerdo tan bien que incluso quedan grabados con fuego en mi memoria.
De entre todos esos sueños hay uno que recuerdo con cariño.
Soñaba que me encontraba en medio de un inmenso cuarto y había un samurai que me iba a matar, escondido en algún lugar de ese cuarto se encontraba el sujeto que le había pagado al samurai esperando ver el espectáculo de mi ejecución.
El samurai sacó su espada y me atacó, yo no estaba desarmado pues tenía en mis manos un palo de escoba así que me apresté a defenderme. En esos momentos ocurrió algo maravilloso, sentí la voz de Dios que me hablaba con total claridad y me decía como moverme. Dios me ordenó bloquear el ataque de mi rival cosa que ejecute de inmediato. El golpe del samurai chocó con mi arma y no me hizo nada.
Cinco veces más me atacó el samurai y cinco veces más Dios me ordenó que soló lo bloqueara sus golpes. A la sexta vez Dios me dijo que "saltara y lo golpeara" pues mi rival no esperaba que ejecutara esa maniobra. Claro que obedecí y al hacerlo alcancé a impactar a mi enemigo en el pecho y lo vencí.
Lo ultimo que recuerdo de ese sueño fue que yo hablaba en voz alta y le predicaba el evangelio tanto al samurai como a al sujeto que quería y que estaba escondido por ahí, y acto seguido me marché.
Ahí termina lo que recuerdo del sueño. La razón por la cual lo guardo con cariño en mi corazón no se debe a que participe en un combate y gané, sino porque escuché la voz de Dios con una claridad que no había sentido antes. Fue tan hermoso escuchar su voz con tanta nitidez que este sueño sólo se puede comparar con otro todavía más hermoso que tuve la noche cuando recibí a Jesucristo como si salvador.
Pero eso es otra historia.

sábado, 3 de noviembre de 2007

¿La fe de Sara?

En la que nosotros hemos llegado a denominar como “la galería de los héroes de la fe” (Hebreos 11) aparecen mencionadas por nombre sólo dos mujeres, una es Rahab y la otra es Sara esposa de Abraham.

Muchos conocemos el acto de fe de Rahab y no ponemos en tela de juicio su inclusión en tan ilustre lista pero, ¿por qué razón se incluye a Sara?¿No acaso ella se rió cuando Dios le dijo que iba a darle un hijo a Abraham? (Génesis 18: 10-15). ¿Cuál fue el acto de fe que le dio cabida en la galería de los héroes de la fe? Afortunadamente la Biblia nos lo menciona, pues en Hebreos 11:11 dice:

“Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerzas para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que rea fiel quien lo había prometido.”

Como podemos ver, el acto de fe que le otorgó a Sara un lugar entre los héroes de la fe fue el creer que Dios le daría fuerzas para parir un hijo a pesar de la edad. Analicemos la situación. Sara era una mujer de aproximadamente noventa años de edad, que estaba embarazada, ¿cuántas posibilidades había de que sobreviviera al parto? Isaac nacería, eso era cierto y seguro porque Dios le había prometido a Abraham que tendría un hijo de Sara, pero en esos momentos, Sara corría un alto riesgo. Para que una mujer de noventa años de a luz sin morir es un milagro y solamente Dios podía otorgar ese milagro, siempre y cuando Sara tuviera fe en Él y se pusiera en sus santas manos.

¿Qué hubiera ocurrido si Sara no hubiera tenido fe al momento del parto? La respuesta es simple: Hubiera muerto. Isaac nacería viviera Sara o no, porque la promesa de Dios era firme, pero Isaac hubiera tenido que crecer sin su verdadera madre y quien sabe qué tipo de nodriza hubiera tenido y que costumbres ajenas a lo que creían Abraham y Sara hubiera aprendido. Pero Sara no murió ya que a la hora del parto creyó que Dios era tan poderoso para obrar cualquier milagro, y como tuvo esa fe en Dios, al momento de dar a luz recibió fuerzas. Y la recompensa de su fe no fue solamente sobrevivir al parto, sino también amamantar a su hijo, educarlo, verlo crecer hasta alcanzar la madurez y disfrutarlo por treinta y siete años, además de ocupar un puesto de honor con los héroes de la fe al lado de su esposo. Si Sara no hubiera tenido fe se habría perdido de muchas bendiciones.

Muchas veces admiramos a Abraham por su fe, y lo señalamos como un buen ejemplo de alguien que confía e Dios, pero no debemos dejar a un lado a Sara, pues ella también es un gran ejemplo de fe ante los ojos de Dios, un ejemplo que nosotros, como coherederos con ellos de una misma esperanza, haremos bien en imitar.

viernes, 19 de octubre de 2007

22 de agosto... ¿se olvidó?

En mi país (México) tenemos por memoria una fecha que se niega a ser olvidada, esta es el dos de octubre el cual tiene por cita “no se olvida”. Sabemos de sobra la matanza de estudiantes que hubo y las implicaciones políticas que se involucraban en esos momentos, además de que cada año se recercan los acontecimientos con marchas, programas en los medios, películas, homenajes y hasta saqueos, de tal forma que los hechos que acontecieron el dos de octubre no se olvidarán de manera fácil de la mente de los mexicanos.

Curiosamente en la historia cristiana hay días importantes que casi no se conocen o se han olvidado a pesar de que los hechos que en ellos ocurrieron harían parecer a los incidentes del dos de octubre como un simple día de campo. Uno de ellos es la “Matanza de san Bartolomé” el día 22 de agosto del año de 1572.

Ocurrió en Francia y en esa época los protestantes necesitaban apoyo del gobierno para poder practicar su fe con libertad, apoyo que no recibían ya que el gobierno apoyaba al catolicismo, aun con todo hubo quienes apoyaron a los protestantes y trataron por todos los medios conseguir la aprobación de edictos que les favorecieran.

Pareció que finalmente se daba una tregua entre católicos y protestantes cuando el rey concertó un matrimonio entre su hija y el almirante Coligny, un líder protestante de gran importancia (antiguo consejero de confianza de la reina). Hubo una gran fiesta pero después de cuatro días, a las doce de la noche las casas de los protestantes fueron abiertas a la fuerzas por los soldados y empezó la matanza. El mismo Colingy fue asesinado, su cuerpo tirado a la calle, su cabeza cortada y enviada al papa, además de que le cortaron los brazos y genitales arrastrando su cuerpo por la ciudad por tres días para luego terminar colgado de los talones en las afueras de la ciudad.

En tres días murieron más de 10 000 personas, aparte morirían otras ocho mil personas más cuando la persecución se extendiera por el resto de Francia. Pocos protestantes pudieron escapar.

Hoy en día hay sectores del Vaticano pugna por la “paz” entre católicos y protestantes, piden que se olvide el pasado y no veamos los errores cometidos, que “tengamos amor” y nos unamos a ellos en un sólo cántico de alabanza a Dios, el movimiento ecuménico es un claro ejemplo de ello. La pregunta es ¿Podremos confiar en ellos?

Es cierto que debemos perdonar (y lo hacemos), y no debemos alzarnos en armas para cobrar justicia y venganza, el señor Jesús no aprobaría una acción de tal indole. Pero eso no significa que en nombre del amor confiemos ciegamente en aquellos que en el pasado con una mano daban la paz mientras con la otra sostenían un cuchillo y testimonios como el de la matanza del 22 de agosto de 1572 son dolorosos ejemplos de lo que ocurre cuando llamamos amigos a aquellos que con claridad de convicción nos odian y son capaces de sacar la espada a una orden de sus lideres. Bien está escrito “maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo y su corazón se aparte de Jehová” (Jeremías 17:5).

Cuando el Vaticano nos anuncie paz no confiemos en ellos pues sólo son hombres, y si mintieron el pasado volverán a mentir en el presente pues no sirven en verdad al señor Jesucristo. Si vamos a confiar en alguien mejor que sea en Dios y en su santa voluntad, para eso hay que estar en oración constante para poder oír su voz y así evitar caer en el engaño.

“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová” (Jeremías 17:7)

viernes, 12 de octubre de 2007

Sobre incendios y otras cosas

Recuerdo que en una de las aventuras de Sherlok Holmes un príncipe le habían encargado la recuperación de una fotografía comprometedora que guardaba una dama. Para descubrir el lugar en donde esa foto estaba guardada Holmes simula un incendio en la casa de esa dama, la razón de eso se la explica a su socio Watson diciendo que en un incendio las personas buscan al momento su posesión más valiosa, "una madre corre por su hijo y una mujer soltera por sus joyas" y en este caso, la dama corrió al lugar donde se escondía la fotografía permitiendo así a Holmes resolver el caso.

La primera vez que leí esto me pareció genial la astucia de Holmes (y de Conan Doyle) pero no es sino hasta ahora que me detengo a reflexionar sobre cual sería aquella cosa que correría a rescatar si en mi casa de repente se iniciara un incendio.

Pues pienso que lo primero por lo que me preocuparía sería que tanto yo como mi familia estuviésemos a salvo, y no es que no tenga cosas de valor en mi casa, sino que no me considero lo bastante rápido para sacar los doce tomos de una enciclopedia que nos regaló mi abuelo materno. Aunque si hay dos objetos que trataría salvar de las llamas, estas son una Biblia Scofield que fue un regalo de mis padres (muy usada y anotada) y un cajón lleno de juguetes que he coleccionado desde mi infancia y al cual le tengo mucho aprecio por los recuerdos que me trae a la mente (hay juguetes de cuando tenía diez años). Aunque si por ir a salvarlos pierdo a mi familia mejor elijo a mi familia. Juguetes hay muchos y en mi país hay libertad religiosa así que todavía puedo ir a una librería cristiana para comprar una Biblia nueva (aunque me dolería perder todas mis notas).

¿Y tú qué estarías dispuesto a salvar si en tu casa se iniciara un incendio?

Como personas tenemos objetos a las que les hemos dado un valor y el pensar en perderlas es algo duro de imaginar. Pero debemos recordar que son solo objetos, el tesoro más valiosos que podemos tener es nuestra vida, nuestra familia y a Dios en nuestros corazones. Las cosas materiales se pueden recuperar y remplazar, la vida de los seres amados no.

El problema viene cuando uno se apega tanto a un objeto que hace a un lado a Dios, debería ser a la inversa, por apegarnos a Dios debemos hacer a un lado los objetos. Ese es uno de los problemas de hoy en día (y sospecho que también de la antigüedad), el aprecio a las cosas materiales de tal manera que se olvida a Dios y a la familia.

Termino con una frase que leí en "El señor de los anillos" que dice más a menos así "aquel que es incapaz de desprenderse de un objeto es esclavo de él", y yo personalmente prefiero ser esclavo de Cristo y no de un objeto perecedero.

Primeras palabras

Uno de los primeros obstáculos a los que debe enfrentarse todo aquel que encara una página en blanco son las primeras palabras. En la facultad de literatura tuve un maestro que ponía especial énfasis a las primeras líneas ya que, según su propia opinión, si estas no conseguían llamar su atención, juzgaba que ese escrito no merecía ser leído.

Como esta es la primera entrada de mi blog me cuesta algo de trabajo las primeras líneas del mismo, así que me presentaré. Me llamo Alex, de nacionalidad mexicano y también soy cristiano. Acabo de terminar la carrera de literatura y tras muchos de meses de pensarlo me he animado a empezar un blog.

Lo nombré el cofre porque en la Biblia dice que el hombre de su corazón saca tesoros nuevos y tesoros viejos, y eso es o que pienso hacer, compartir mis pensamientos, vivencias y reflexiones tanto de la vida como de la Biblia, y para mi eso significa abrir un cofre de tesoros y mostrarlos al público, el que mis tesoros sean valiosos o sean basura ya dependerá del punto de vista de quien lo aprecie.

De esta forma pongo mi grano de arena en el inmenso mundo de los blogs y espero que sea para bien de todo aquel que me lea.