lunes, 16 de noviembre de 2009

Reflexiòn

"Fui hallado por los que no me buscaban;
Me manifesté a los que no preguntaban por mi."

Con estas palabras, el apóstol Pablo cita en su carta a los romanos la profecía dada por el profeta Isaías en cuanto a la salvación del pueblo gentil, demostrando que aquellos que estaban alejados de Jehová, a pesar de nunca buscarle serian llamados a su reino y en consecuencia, a su servicio.
Pasando estas palabras a mi contexto personal puedo decir solo una cosa, yo lloré al leerlas porque pude entenderlas.
Puedo decir que esta profecía se aplicó de manera personal a mi vida. A pesar de haber nacido en cuna angélica yo no buscaba a Dios, yo nunca pregunte por Él, no estaba interesado en adorarle o rendirle la reverencia adecuada a su nombre.
Es más, llegué incluso a retar a mi mamá para que me dijera en que era pecador (y si no me equivoco tenía en ese entonces como cinco años de edad).
Cuando vino el tiempo fue Dios quien me hizo ver mi condición de pecado, y mi justo destino como pecador.
Fue Dios quien me buscó en ese entonces.
Fue Dios quien me llamó.,
Fue Dios quien tuvo de mi misericordia y me salvó cuando lo que en verdad merecía era pudrirme en el infierno para toda la eternidad a causa de mis pecados.
Puedo decirlo con seguridad, yo no merezco ir al cielo, yo nunca hice nada digno para ser salvo, Jesús me dio un regalo no merecido... La salvación eterna de mis pecados.
Hay días en los cuales me despierto y me pregunto para que estoy vivo. Soy el más débil de mi equipo, no soy el popular, no tengo muchos amigos, no tengo capacidad de palabra y no soy muy listo, además de que no soy ninguna clase de líder que atraiga gente a su alrededor. En resumidas cuantas soy una basura. ¿Para qué estoy vivo? ¿Para qué soy útil?¿Porqué quiere Dios que le sirva si hay muchos que tienen mejores cualidades que yo?
En esos días de sombras y dudas una sola verdad resalta en mi mente, EL ME SALVÓ Y ME DIO LA VIDA AUNQUE NO LA MERECÍ.
Todavía no entiendo su propósito para mi vida ni sus planes, sólo entiendo que si el quiere que viva es porque hay algo que tengo que hacer para Él, todavía no se que es, pero viviré cada día un paso a la vez, recordando en todo momento que yo no era digno de nada, y Él me concedió vivir. Él me salvó aunque nunca le busque, Él me eligió aunque nunca pregunté por Él.
Por eso pelearé cada día, por eso haré todo lo posible por agradarle, por eso le entregaré mi vida.
Porque el me dio la razón de existir.
Bendito sea su santo nombre.