lunes, 28 de julio de 2008

El maestro

Despuès de mucho tiempo de no actualizar este blog, finalmente me animo a escribir una nueva entrada.
"El maestro "S" era un maestro con "M" mayùscula. Admirado por muchos, respetado por sus conocidos y odiado por muchos que habìan sido derrotados por èl en todos los campos en los que lo habìan enfrentado.
Si bien habìa enseñado a muchas personas, sòlo tenìa un cìrculo cerrado de verdaderos alumnos que seguian sus enseñanzas y que rivalizaban con los de otros maestros llamados Adan y Alejandro (cuyos alumnos eran menores en cantidad pero no inferiores en preparaciòn).
Y si a sus amplios conocimientos se le agregaba la sabidurìa que le daba la experiencia, pues el maestro "S" habìa vivido ya muchos años y con sus ojos habìa visto y vivido muchas cosas, tendrìamos a un hombre que era de la elite de hombres sabios de el mundo.
Pero sus conocimientos y triunfos no eran su mayor logro. Lo que màs amaba en el mundo era ver a su "hija" (una linda muchacha que èl adoptò cuando los padres de ella murieron siendo bebè), caminando al lado de su esposo.
Verla sonreir, era el mejor regalo que el maestro "S" pudiese pedir a Dios.
El maestro "S" no habìa apreciado antes la vida con tal intensidad como ahora, en el pasado se habìa entregado a sus tareas de bùsqueda de perfecciòn y conocimineto que las personas habìa pasado a ser meros objetos que èl podìa manipular a su antojo.
Todo eso cambiò aquel dìa que debiò padecer aquella intensa prueba que casi le cuesta la vida a èl y a cuatro de sus prominentes alumnos.
En esos momentos de dificultad hizo algo que nunca habìa hecho en su vida, clamar a Cristo. Si bien es cierto que el maestro "S" tenìa conocimientos sobre Jesùs y le reconocìa como el Señor del universo, nunca le habìa pedido que fuese el Señor de su vida. Y en esos momentos de dura prueba, al borde de la muerte creyò en Èl, y entregò desde esa hora todos sus conociminetos y sabiduria para el servicio de Dios.
Sus alumnos pronto seguirìan su ejemplo y con sinceridad entregarìan sus vidas a Jesùs.
De esto sucesos habìan pasado varios años, y al hacer el recuento de todos ellos, el maestro "S" se sorprendìa de todo lo que Dios habìa obrado en su vida, de como lo habìa llevado a afrontar situaciones que a otros los hubieran dejado perplejos, de còmo acompañado de sus alumnos se enfrentaban a los ignorantes que querìan destruir la luz del evangelio, y còmo habìa tenido que encarar de frente a la muerte varias veces por causa de su fe en Jesucristo.
Mirando al futuro, le parecìa preveer aquello en lo que todavìa serìa usado. Por supuesto que sòlo eran suposisiones, finalmente todo estaba en las manos del Señor.
Pasara lo que pasara, el elevaba todos los dìas una plegaria de agradecimiento a Jesùs por haber tenido de èl misericordia, por todos los tesoros que le habìa otorgado (su hija y sus alumnos) y por aquellas cosas que permitiria que vinieran a su vida.
Siempre contenderìa por la fe, nunca se cansarìa de decir que sòlo Jesucristo era la verdad y en su oraciòn sus palabras fueron simples y significativas:
"Toda la gloria sea dada a Dios"
Cuando llege la prueba final esas seràn las ùltimas palabras que pronunciara, y no se arrepentirìa de decirlas.