viernes, 19 de octubre de 2007

22 de agosto... ¿se olvidó?

En mi país (México) tenemos por memoria una fecha que se niega a ser olvidada, esta es el dos de octubre el cual tiene por cita “no se olvida”. Sabemos de sobra la matanza de estudiantes que hubo y las implicaciones políticas que se involucraban en esos momentos, además de que cada año se recercan los acontecimientos con marchas, programas en los medios, películas, homenajes y hasta saqueos, de tal forma que los hechos que acontecieron el dos de octubre no se olvidarán de manera fácil de la mente de los mexicanos.

Curiosamente en la historia cristiana hay días importantes que casi no se conocen o se han olvidado a pesar de que los hechos que en ellos ocurrieron harían parecer a los incidentes del dos de octubre como un simple día de campo. Uno de ellos es la “Matanza de san Bartolomé” el día 22 de agosto del año de 1572.

Ocurrió en Francia y en esa época los protestantes necesitaban apoyo del gobierno para poder practicar su fe con libertad, apoyo que no recibían ya que el gobierno apoyaba al catolicismo, aun con todo hubo quienes apoyaron a los protestantes y trataron por todos los medios conseguir la aprobación de edictos que les favorecieran.

Pareció que finalmente se daba una tregua entre católicos y protestantes cuando el rey concertó un matrimonio entre su hija y el almirante Coligny, un líder protestante de gran importancia (antiguo consejero de confianza de la reina). Hubo una gran fiesta pero después de cuatro días, a las doce de la noche las casas de los protestantes fueron abiertas a la fuerzas por los soldados y empezó la matanza. El mismo Colingy fue asesinado, su cuerpo tirado a la calle, su cabeza cortada y enviada al papa, además de que le cortaron los brazos y genitales arrastrando su cuerpo por la ciudad por tres días para luego terminar colgado de los talones en las afueras de la ciudad.

En tres días murieron más de 10 000 personas, aparte morirían otras ocho mil personas más cuando la persecución se extendiera por el resto de Francia. Pocos protestantes pudieron escapar.

Hoy en día hay sectores del Vaticano pugna por la “paz” entre católicos y protestantes, piden que se olvide el pasado y no veamos los errores cometidos, que “tengamos amor” y nos unamos a ellos en un sólo cántico de alabanza a Dios, el movimiento ecuménico es un claro ejemplo de ello. La pregunta es ¿Podremos confiar en ellos?

Es cierto que debemos perdonar (y lo hacemos), y no debemos alzarnos en armas para cobrar justicia y venganza, el señor Jesús no aprobaría una acción de tal indole. Pero eso no significa que en nombre del amor confiemos ciegamente en aquellos que en el pasado con una mano daban la paz mientras con la otra sostenían un cuchillo y testimonios como el de la matanza del 22 de agosto de 1572 son dolorosos ejemplos de lo que ocurre cuando llamamos amigos a aquellos que con claridad de convicción nos odian y son capaces de sacar la espada a una orden de sus lideres. Bien está escrito “maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo y su corazón se aparte de Jehová” (Jeremías 17:5).

Cuando el Vaticano nos anuncie paz no confiemos en ellos pues sólo son hombres, y si mintieron el pasado volverán a mentir en el presente pues no sirven en verdad al señor Jesucristo. Si vamos a confiar en alguien mejor que sea en Dios y en su santa voluntad, para eso hay que estar en oración constante para poder oír su voz y así evitar caer en el engaño.

“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová” (Jeremías 17:7)

viernes, 12 de octubre de 2007

Sobre incendios y otras cosas

Recuerdo que en una de las aventuras de Sherlok Holmes un príncipe le habían encargado la recuperación de una fotografía comprometedora que guardaba una dama. Para descubrir el lugar en donde esa foto estaba guardada Holmes simula un incendio en la casa de esa dama, la razón de eso se la explica a su socio Watson diciendo que en un incendio las personas buscan al momento su posesión más valiosa, "una madre corre por su hijo y una mujer soltera por sus joyas" y en este caso, la dama corrió al lugar donde se escondía la fotografía permitiendo así a Holmes resolver el caso.

La primera vez que leí esto me pareció genial la astucia de Holmes (y de Conan Doyle) pero no es sino hasta ahora que me detengo a reflexionar sobre cual sería aquella cosa que correría a rescatar si en mi casa de repente se iniciara un incendio.

Pues pienso que lo primero por lo que me preocuparía sería que tanto yo como mi familia estuviésemos a salvo, y no es que no tenga cosas de valor en mi casa, sino que no me considero lo bastante rápido para sacar los doce tomos de una enciclopedia que nos regaló mi abuelo materno. Aunque si hay dos objetos que trataría salvar de las llamas, estas son una Biblia Scofield que fue un regalo de mis padres (muy usada y anotada) y un cajón lleno de juguetes que he coleccionado desde mi infancia y al cual le tengo mucho aprecio por los recuerdos que me trae a la mente (hay juguetes de cuando tenía diez años). Aunque si por ir a salvarlos pierdo a mi familia mejor elijo a mi familia. Juguetes hay muchos y en mi país hay libertad religiosa así que todavía puedo ir a una librería cristiana para comprar una Biblia nueva (aunque me dolería perder todas mis notas).

¿Y tú qué estarías dispuesto a salvar si en tu casa se iniciara un incendio?

Como personas tenemos objetos a las que les hemos dado un valor y el pensar en perderlas es algo duro de imaginar. Pero debemos recordar que son solo objetos, el tesoro más valiosos que podemos tener es nuestra vida, nuestra familia y a Dios en nuestros corazones. Las cosas materiales se pueden recuperar y remplazar, la vida de los seres amados no.

El problema viene cuando uno se apega tanto a un objeto que hace a un lado a Dios, debería ser a la inversa, por apegarnos a Dios debemos hacer a un lado los objetos. Ese es uno de los problemas de hoy en día (y sospecho que también de la antigüedad), el aprecio a las cosas materiales de tal manera que se olvida a Dios y a la familia.

Termino con una frase que leí en "El señor de los anillos" que dice más a menos así "aquel que es incapaz de desprenderse de un objeto es esclavo de él", y yo personalmente prefiero ser esclavo de Cristo y no de un objeto perecedero.

Primeras palabras

Uno de los primeros obstáculos a los que debe enfrentarse todo aquel que encara una página en blanco son las primeras palabras. En la facultad de literatura tuve un maestro que ponía especial énfasis a las primeras líneas ya que, según su propia opinión, si estas no conseguían llamar su atención, juzgaba que ese escrito no merecía ser leído.

Como esta es la primera entrada de mi blog me cuesta algo de trabajo las primeras líneas del mismo, así que me presentaré. Me llamo Alex, de nacionalidad mexicano y también soy cristiano. Acabo de terminar la carrera de literatura y tras muchos de meses de pensarlo me he animado a empezar un blog.

Lo nombré el cofre porque en la Biblia dice que el hombre de su corazón saca tesoros nuevos y tesoros viejos, y eso es o que pienso hacer, compartir mis pensamientos, vivencias y reflexiones tanto de la vida como de la Biblia, y para mi eso significa abrir un cofre de tesoros y mostrarlos al público, el que mis tesoros sean valiosos o sean basura ya dependerá del punto de vista de quien lo aprecie.

De esta forma pongo mi grano de arena en el inmenso mundo de los blogs y espero que sea para bien de todo aquel que me lea.